martes, mayo 17, 2005

Juegos de rol

Leo en el periódico gratuito QUÉ! una noticia del 16-05-05 sobre un nuevo 'asesino del rol', esta vez en Brasil. Por suerte el deja vu se suaviza, ya que el artículo de Alfonso López incluye información explícita acerca de las bondades de los juegos de rol (incluyendo un enlace al Ministerio de Educación en el que yo no logro encontrar la miga) y la injusticia que se hace al criminalizar al juego cuando el problema está en el jugador. Por cierto, que esto está relacionado con mi mensaje anterior sobre las generalizaciones fáciles.

Y para colmo de relaciones me encuentro con este artículo de David Bravo que pega un buen repaso al tema, librándome a mí de esforzarme en recopilar información y explicar toda la historia de nuevo. Casualidades de la vida, noticias.blog entrevistará a David Bravo en breve y está recopilando preguntas para hacerle.

Recuerdo que en la película de Samuel L. Jackson y Bruce Willis 'El Protegido', se dice que el libro 'El guardián entre el centeno' (The catcher in the rye, de J.D. Salinger) fue la última lectura de Mark David Chapman (asesino de John Lennon, de actualidad ahora porque Yoko Ono quiere impedir que se emita una entrevista con él en la televisión británica) y al parecer lo llevaba encima Lee Harvey Oswald (asesino de JFK). Leo en la bitácora de kodiak que también se menciona algo de esto en Ghost in the Shell: Stand Alone Complex.

Racismo a flor de piel

Me sorprende la facilidad con la que la gente se convierte en racista y lo reconoce. El flujo de inmigrantes conlleva la eventual formación de guetos y suele ocurrir que las costumbres de una parte se asocian rápidamente a la totalidad del colectivo. Si uno ve a un inmigrante de determinada procedencia y observa que sus hábitos cualesquiera no coinciden con los propios, automáticamente tiende a generalizarlos para la totalidad de una raza, nacionalidad, etnia, religión o sexo incluso. El machismo es al fin y al cabo otro tipo de racismo.

¿Qué debemos hacer? ¿Es inevitable generalizar en todo? Pues yo creo que en el habla cotidiana se puede ser más permisivo con el habla, pero lo importante radica en las propias convicciones y no tanto en lo que se verbaliza o expresa. Una persona puede ser muy racista pero no manifestarlo, y esto en realidad no soluciona gran cosa, solamente la oculta. No pienso citar ejemplos concretos por respeto a todas las culturas, pero lo que hay que intentar de forma activa es no meter a todos en el mismo saco. Hay diversidad dentro de cada colectivo, y hay que ser consciente de ella.

Pero esto no basta. Aceptar la diversidad de un colectivo te lleva a no generalizar a la ligera, pero no te aleja del riesgo de convertirte en un racista. Para conseguir esto último hay que invertir los papeles, recurrir a ejemplos existentes de situaciones próximas (históricas o familiares por ejemplo) en las que la víctima nos pilla de cerca y nos hace sentir ese rechazo.